Salude y sea feliz, no voy a matarle



El abrazo
Acostumbro a dejar tras un saludo la encomienda de “Un abrazo”.
Me resulta cómodo para finalizar un mensaje en esta época de la comunicación masiva y virtual, pero analizando el significado no me quedo muy tranquilo.
El abrazo nace de la necesidad, esa que tenían los guerreros enfrentados en una batalla y que por la razón que fuese, tenían un acercamiento personal uno con otro.
Allí el abrazo era obligatorio para palpar las espaldas del contrincante no fuese que llevara un arma escondida que pudiese sacar y matar al bienintencionado anfitrión o al revés.
Indudable que aquello derivó en una muestra más de afectuosa confianza, si te dejas palpar y yo hago otro tanto es que entre ambos la confianza está establecida y tras esto podemos conversar sobre lo que nos atraiga o convenga.
Abrazar hoy es según la definición más cercana a la etimológica y versada: “Acto de rodear con los brazos a alguien o de hacerlo dos personas entre sí como muestra de afecto, cariño, felicitación, etc.”
Lo que era cuidarse del otro ha pasado a ser confraternidad compartida y amistosa.
¿Habremos evolucionado igual con otras señales? Por ejemplo el dar la mano:
“Un apretón de manos es un tipo de ritual corto, donde dos manos derecha con derecha o izquierda con izquierda son aferradas una con la otra, generalmente realizado cuando dos personas se encuentran o despiden, o cuando se termina un acuerdo.”
En la edad de los caballeros andantes, por allá en el meridiano de la historia, el darse la mano hacía que tanto uno como otra parte utilizarán la mano con la que solían tomar la espada, por lo que al estrecharla con el otro, se aseguraban que no sacaría la filosa arma para asestarle un planazo en medio de la cabeza.
También esto pasó de una precaución a un saludo de hospitalidad.
Una más, el beso.
Remontados a los tiempos animales que tanto nos incitan a repetir en algunos momentos, el beso tiene aparentemente en el acto de dar de la comida medio masticada, de la madre al hijo de poco tiempo de nacido, así se alimentaba la cría para que aprendiese a masticar por sí solo. La complicidad entre madre e hijo era y es fundamental en los primeros tiempos de vida, por lo que este gesto bien pudo evolucionar a lo que actualmente tenemos, una muestra de amor y amistad íntima.
Lo que no sé a ciencia cierta de dónde alcachofas han salidos otras manifestaciones como el palmear la espalda, o friccionar esta parte del cuerpo humano reiteradas veces a modo de cariñoso consuelo; la colleja rápida en la peladilla, el pellizco insoportable que dejan sus marcas en las mejillas de los niños por parte de esas tías, tías abuelas, abuelas, vecinas cercanas a la centuria y otras especies humanas, el pellizco debería prohibirse, pues los que son muy manoseados de infantes, luego de convierten en iracundos solterones que nunca abandonan el nido materno o paterno. Una manifestación de marras es el tirón de orejas, odiado por unanimidad por todos los que hemos sido niños (y creo que todos lo hemos padecido, lo de ser niños). Aparentemente la tradición viene de Oriente, quienes tenían predilección por los lóbulos largos de las orejas, los que a mayor longitud mayor tiempo de vida tendría el poseedor. Por lo tanto estirar el lóbulo orejil sería una manera de desear que su vida se prolongue cuanto más y mejor.
Y para finalizar, la maldita costumbre de hacer cosquillas.
Parece ser que esto deriva de los roces con la mano o pata de los animales que hacen que ente el contacto se establezca un acto íntimo de amistad y obsecuencia. Además si las cosquillas son hechas en una zona sensible de nuestra piel, esto hará que el estímulo se convierta en risa o carcajada, que de por sí es una manifestación de alegría.

Un abrazo para saber si no lleváis armas que me maten, un apretón de manos para que sueltes la espada y no me la hundas en el vientre, un beso para transportar comida a mi boca, un tirón de orejas para que tenga los lóbulos hasta el suelo y viva muchos años, una friega en la espalda para que sea consolado, y cosquillas para entablar una relación íntima, todo se reduce gracias a la evolución, a un gif (emoticono con movimiento) de un oso sonriente con los brazos cruzados…vaya evolución del lenguaje.


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