Las Palabras abren puertas.




Hace unas décadas atrás, terminado el contrato que me tenía trabajando en la selva misionera de Argentina, respondí a un pedido laboral acorde a mis habilidades como técnico en control de calidad. La plaza se ofrecía como única, el lugar de trabajo era en Buenos Aires, a 1200 kilómetros de donde estaba radicado, y los postulantes una treintena de la misma especialidad.
Destacaba entre todos, que mi residencia estaba bastante lejos como para que aceptaran mi solicitud. De igual manera y ante la necesidad que tenía, presenté la postulación.
En el formulario se me pedía que contestase un cuestionario, y entre las preguntas, había una que decía: “mencione una cualidad por la que su solicitud debe ser aceptada”. Pensé en lo que me caracterizaba y tras mucho deliberar me decidí por una: “versatilidad”.
Consideré que esta era una de las más notorias y que no sería común en los currículos que se presentaran.
Al poco de una semana me respondieron que había sido seleccionado y aceptada mi candidatura, por lo que debía presentarme para la entrevista final, el lunes siguiente ante el directivo de la firma que tenía la tarea de selección.
El lunes a primera hora estuve allí y ni bien me presenté, me dijo:
-       Entre los candidatos usted estaba a la cola, pero hubo algo que no pusieron los demás. Usted se considera “versátil” y quiero que me defina qué es lo que entiende por tal.-
-       Bueno, “versátil” para mis conceptos es una persona que tiene la capacidad de adaptarse a la labor que le asignen. Si tiene conocimientos de la labor, bien; pero si no los tiene es capaz de aprender rápidamente como para dominar los temas inherentes a la tarea.- le respondí con claridad y seguridad.-
-       Eso es lo que buscamos. No tengo más que decir y el puesto es suyo a partir de ahora.-
Realmente las labores que luego me tocaron desempeñar pusieron a prueba lo que había definido, pues tuve que realizar visitas de inspección a elementos tan disímiles como pueden ser accesorios de tuberías de acero inoxidable para el trasvase de ácidos a alta temperatura, o los lavabos portátiles que se utilizarían en la ceremonia de inauguración de una planta procesadora de pulpa de papel craft (un tipo de papel común). Pasar de un elemento a otro hizo que se viese la habilidad de “versátil” que había mencionado.
Una palabra con su definición correcta me abrió una puerta insospechada. En ese mercadillo de artefactos y accesorios que tuve que inspeccionar, aprendí mucho a pesar que en aquellos tiempos no estaba el “Señor Google” que nos soluciona más de una duda.
Una sola palabra tiene el poder de decidir nuestro futuro inmediato y es irremplazable. En estos días en que gracias a la tecnología el lenguaje se ha minimizado a expresiones gráficas como son los emoticonos, el recuperar las palabras con sus definiciones es un desafío que no debemos dejar de lado.
Otro de los avances (que lo es sin dudas), es el corrector ortográfico y el sistema de auto-completar la frase que se escribe, con la sugerencia dada por el uso y costumbre del escribiente. Ambos de mucha utilidad por la rapidez con que nos podemos comunicar, sin embargo nos limita en el ejercicio mental de buscar la palabra que se ajuste al concepto que queremos expresar, o en el caso del corrector a “olvidar” las reglas ortográficas que aprendimos de base en la escuela.
Esto da su pro, en cuanto a responder con rapidez y su contra que es la dependencia y el ceder el poder de ser coherentes con lo que pensamos. Pues no es lo mismo que hubiese elegido “versátil”, o el sinónimo que me ofrece la memoria electrónica de: “frívolo o voluble”. Si bien ambas responden a un mismo uso, si hubiese puesto que mi habilidad principal era la de ser “voluble”, no me hubieran dado el puesto, porque se puede interpretar que no era “consistente” en mis labores.



Considero que no se puede tapar el sol con el pulgar, como no se debe detener la evolución tecnológica, pero no se deben olvidar las bases gramaticales ni las ortográficas en pos de ser más inmediatos en la escritura. El abandono del ejercicio mental da como resultado una posición cómoda y estática, mientras que haciendo el esfuerzo de buscar los términos acertados en la comunicación, mantiene el dinamismo de nuestra mente y con ello, la siempre abierta oportunidad de reaprender cada día algo más.


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