Take On Me (de la Serie Textículos, Microrrelatos)


La vida del tipo era como la de cualquiera de treinta y cinco años, soltero, con un trabajo fútil y gris, alquilando un piso minúsculo sin sol, con una lagartija que le visitaba por las tardes para comer las migas de la cena temprana. En invierno manta y sofá, en verano ventilador y cola fría. Los sábados tomaba un café con anís, los domingos caminaba por la plaza envidiando sin razón.
Su madre le llamaba cada fin de semana y siempre la misma pregunta: “¿I noi per quan?” a lo que invariablemente contestaba: “Mama i anem fent”, luego le llegaba por mensajero el tupperware con la lasaña o el fricandó acompañado de la tarrina de crema catalana.
¿I noi per quan? La frase resonaba en el piso hasta que se apagaba con las voces que arreciaban desde la calle y el tupper estaba vacío en la encimera.
La tarde que refiero, fue agradable, llena de sol y paseantes por la plaza. Niños aprovechando el día de fiesta, abuelos lagarteando en los bancos de dura madera, perros saltando entre las pocas hierbas que el suelo ofrecía y ruidos propios de un barrio de gente que se regodea por tener un día extra para descansar.
Se escuchó un frenazo y voces airadas que discutían por el paso en una esquina, un portazo que dio un vecino por estar molesto de sacar la basura, un grito ahogado al que nadie prestó atención.
En la habitación que hacía de comedor y estar se podían escuchar dos voces, una lejana, fantasmal, apagada que repetía: “¿I noi per quan?” y otra que a modo de respuesta quejosa, cercana, a veces sibilante: “Ara mama, ara.”
El informe policial dice que murió por dos causas, estrangulamiento con un calcetín de mujer aplicado en el cuello y por empalamiento anal con un utensilio de amasar. Lo rotularon crimen pasional agravado por ataque sexual. Nunca se supo del autor, pues no había firma que le acreditara el hecho.



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