De cómo una Felación puede ser considerada un tema de Debate Académico





TED, Ideas Worth Spreanding, o Ideas Dignas de Difundir si lo prefieres en español, es una reunión periódica donde personas de toda índole tiene un espacio para disertar sobre un tema en particular.
Generalmente solemos escuchar allí ideas innovadoras como las de Boaz Almog en junio del 2012 donde demostró lo que es llamado Bloqueo Cuántico con una lámina de 3 pulgadas que levita sobre un carril magnético, sin fricción y con pérdida de energía cero; también podemos encontrar a Sir Ken Robinson con 10 Conversaciones sobre la Educación, tema que le apasiona y sobre el que tiene un particular punto de vista para su renovación.
Hay en TED un popurrí de temas tratados, por ejemplo de LGBT 9 charlas, Democracia 22 charlas, pero sobre Magia solo 16, y de Algoritmos 6, de Sexo 27, de la Luna 1, de Negocios 287 y la Guerra 80, pero sobre la Pobreza 46; de la Muerte se ha hablado 16 veces y del Futuro 50, del Cosmos 7 y de la Inteligencia 15; así podríamos repasar la totalidad de los tópicos con sus número de exposiciones por cada uno.
En algunos casos se muestran adelantos, en otras se plantean debates y en otros casos se muestran personas.
Sin embargo, abrir la pantalla y hallar a la señora Mónica Lewinsky, aquella famosa becaria de la Casa Blanca estadounidense que supo practicar sexo oral con el Presidente Clinton en el Salón Oval, hablando sobre su interesante solo de flauta presidencial puede parecer algo chocante.
Y de inmediato te preguntas: ¿qué tiene que decir esta dama en TED de interesante?, ¿qué Idea será Digna de Difundir?
Y es claro, los reparos aparecen, la sonrisa socarrona se te pinta en la cara y te acomodas para escuchar a la jovencita que metió en un lío descomunal al hombre más poderoso del Norte, a nada menos que el Sheriff del Mundo, el que luego de rescatar a la pobre viuda y matar a cuanto malo anda suelto, cabalga en su noble bruto hacia el horizonte mientras el sol cae rendido a sus pies.
A Él le había tendido una zancadilla de esas que te dejan desgraciado para toda la partida.
Entonces se te planta sola en medio del escenario, sin telón ni pantalla para gráficos, ella y un atril sobre una alfombra roja, un foco circular sobre su persona y sin más prólogo te las canta:
-          Están frente a una mujer silenciada públicamente durante una década; obviamente eso ha cambiado, pero recientemente. Fue hace varios meses cuando di mi primer discurso público importante en la Cumbre de Forbes, para menores de 30 años. Antes 1500 personas brillantes, todas menores de 30 años; eso significa que en 1998 el mayor grupo tenían solo 14 años y el más joven solo 4.-
Allí está, vestida de negro, con su cabello suelto y arreglado al típico estilo de la dama norteamericana de los 50 o 60, que de tan modosa termina siendo excitante, diciendo que es la segunda vez que va a hablar y que su primera salida del cono del silencio lo había hecho en Forbes, nada menos. No hay dudas que su reentre ha sido muy bien conducido por su mánager y que este está por su labor.
Continuó con corto relato sobre un jovencito de 22 años que quiso seducirla en ese momento en Forbes con el argumento que le haría centrase nuevamente de esa edad, cuando ella ya pisa los cuarenta y pico y que seguramente sería la única persona que no desea regresar a tener esa edad.



Un toque picante para animar al público y prepararlo a introducirse en el escándalo del solo de flauta presidencial.
¿Pero Clinton tocaba el saxofón también, no?...
Ahora sí, de lleno al tema como todos estamos esperando, que nos cuente como se siente avergonzada de haber fallado en una nota mientras hacia el solo.
Porque el título de la conferencia es El Precio de la Vergüenza, por lo tanto ya sabemos por dónde tiran los bueyes.
Y dijo:
-          A la edad de 24, me enamoré de mi jefe descubriendo consecuencias desbastadoras. ¿Pueden alzar las manos quién aquí a los 22 años no cometió un error o hizo algo que lamentó?..........Sí, es lo que yo pensaba…Como yo a los 22, puede que alguno de Uds. También tomaran vías equivocadas y se enamoraran de la persona equivocada; tal vez incluso de su Jefe. A diferencia de mí, su Jefe probablemente no era el Presidente de EE.UU.-
De pronto la pelota no está en su lado, sino que ha pasado al público y a quién mira el vídeo.
Ahora el problema comienza a ser nuestro…cuidado.
Como digo, la pelota está en nuestra área y Ella va a patear. Y bien duro.
-          Antes había tres fuente por donde una noticia se conocía, el periódico, la radio o la televisión, pero en 1998 fui notica cuando la era digital comenzaba
………………
…de la noche a la mañana pase de ser una figura completamente privada a una figura humillada públicamente mundialmente.
Fui la paciente número Cero en perder en forma casi instantánea la reputación personal a escala global.-
Sí, era muy cierto, no hablaría para el morbo, ni para el cotilleo de peluquería, ni siquiera para que se comentara en la Quick-press de la página de Hotmail.
La abogada Lewinsky apuntaba certeramente contra eso, contra el Maldito Morbo que la juzgó de inmediato en 140 caracteres o en un Coment del Facebook, en todos los chats y las tertulias políticas mundiales que sacaron leña de un árbol que no terminaba de caer.
En la antigüedad a una mujer que se le demostraba que había cometido adulterio, se la echaba a la calle y era apedreada por el gentío que se reunía ocasionalmente, que podían ser 10, 20, 50 recogiendo pedruscos para darle sin asco a la pobre que había roto con una regla social.
Desde aquellos días bárbaros, como solemos definirlos, hasta hoy en que somos mucho más evolucionados, científicamente desarrollados, tecnológicamente avanzados, mentalmente abiertos…seguimos haciendo lo mismo. Solo que en vez de andar por allí recogiendo rocas, abrimos la pantalla del ordenador, la tableta, el móvil, vamos a la red social donde solemos pasar nuestra vida y “apedreamos” a la víctima con toda nuestra artillería, luego pedimos que lo compartan para que el daño sea viral. Entonces una red como Facebook con 1 Billón 280 millones de perfiles registrados, Twitter con 225 millones, Linkedin con 187 millones, Instagram con 200 millones, Google con 540 millones más y 1 Billón de You Tube podemos tener la seguridad que sin que los chinos se enteren (porque tienen su propia red social) en menos de lo que he tardado en hacer esta nota, la persona que es el centro de nuestra morbosidad ha quedado humillada para siempre y vaya donde vaya.
“El cambio que nos trae cada día es que nada cambia”, me dijo una vez un viejo con mucha razón.



Podemos decir que hemos refinado y perfeccionado la manera de mortificar a quién hemos juzgado, y hallado la forma de multiplicar los verdugos.
Así el 1998 “apedreamos” a Mónica Lewinsky y enviamos a un hombre con determinada responsabilidad pública a un cadalso político. Lo interesante es que hay miles o millones de felaciones en oficinas ejecutivas alrededor de todo el mundo; millones de bragas que se bajan, sujetadores que caen y braguetas que se abren sin que haya tanta humillación en las calles, ni dedos acusadores que señalen a nadie.
Pero a la señora Mónica Lewinsky no se le perdonó que se le ocurriese enamorarse del Presidente y que se lo tirara en la Casa Blanca, que es como hacer caca en la misma Capilla Sixtina, o masturbarse con el asta de la bandera y limpiarse con ella.
Y Ella ha salido a hacer una acusación seria sobre lo que llama “La Cultura de la Humillación” que ha crecido a la sombra de las tecnologías de la comunicación, como si fuese una hija predilecta; mezclando el cotilleo con el acoso de los energúmenos enfermizos, que pululan por la red buscando destilar sus babas ruines sobre inocentes navegantes. Pero no acaba allí a mi entender, también utiliza esta reivindicación de la moral comunicacional para ir deslizando su defensa en el “Escándalo Lewinsky” o “MónicaGate”, entre los varios pedidos de perdón por su desliz.
Al final y después de 22 minutos, el sabor que queda es el de haber escuchado a una mujer que no ha cambiado en mucho en cuanto a su semi-oquedad cerebral luego de sus 17 años, donde pensé que hubiesen sido de replanteo, reflexión y madurez como para dar un mensaje más sólido, enriquecedor que un simple llamado de atención y un pedido de compasión, cosa que no comprendí por completo.
Eso sí, todos se quedaron con las ganas de saber algo más sobre el color de los calzoncillos del bueno de Bill.





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