La Curiosidad y el Asombro, herramientas para la educación.
“La curiosidad
intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre
examen.”
José Ingenieros
Curiosidad:
con origen en el latín de “curiositas”,
la curiosidad es la intención de descubrir algo que uno no conoce. Dicha voluntad
suele enfocarse a cosas que a la persona no le atañen o que, supuestamente, no
le tendrían que importar. (Definición)
Mais,
aussitôt après, je pris garde que, pendant que je voulais ainsi penser que tout
était faux, il fallait nécessairement que moi qui le pensais fusse quelque
chose. Et remarquant que cette vérité: je pense, donc je suis, était si ferme
et si assurée, que toutes les plus extravagantes suppositions des sceptiques
n'étaient pas capables de l'ébranler, je jugeai que je pouvais la recevoir sans
scrupule pour le premier principe de la philosophie que je cherchais. René
Descartes – Discurso del Método
Je
pensé, donc je suis, Yo pienso, entonces yo soy, a partir de esta premisa dudo
de todo activando mi curiosidad, pongo en duda cuanto sé, veo, oigo, siento,
saboreo, todo estímulo externo e interno
colocándolo en el tamiz del análisis para descubrir que es, tanto desde su
existencia hasta su desaparición. Adoptando esta metodología como herramienta
habitual de vida, de modo que todo lo que pasa ante mí es de inmediato
analizado, puedo acercarme a juicios más certeros y mi alma estará mucho más
pacificada para la toma de decisiones. Habrá menos ansiedades producidas por lo
desconocido, esos oscuros laberintos que se presentan a diario y que retrasan
nuestros pasos.
Parece
que esta fuese la labor de un filósofo que ha encarado la senda tortuosa de
caminar hacia una cima de un conocimiento absoluto, y que le requerirá dotes
especiales además de aportes académicos y miles de horas puestas a disposición
de sus estudios.
Entonces
nos imaginamos a otra persona, alguien especial e inalcanzable para la mayoría
de los seres humanos, una excepción.
Un
personaje, apoyando en la barra de un bar bebiendo una cerveza después de una
jornada de trabajo duro con una pala y un pico, no daría la talla del filósofo
de marras; sin embargo podemos estar absolutamente equivocados.
Si
este trabajador hubiese tenido la oportunidad de tener desde su infancia, la
libertad de pensar sin dogmas ni barreras paradigmáticas que le cercenasen sus
ansias de conocimiento, bien podría seguir con su pala y pico, pero pensando y
analizando todo lo que se le presentara en su vida con el mismo método sin que
tuviese el título en filosofía.
Quiero
decir con esto que, no importa el individuo sino el método que se utiliza para
que el ser humano desarrolle su mente. Las circunstancias sociales que le
pueden llevar a estar sentado en un sillón de ejecutivo en una empresa o estar
cavando zanjas bajo el sol, no inválida que su mente se desarrollen de igual
manera buscando ambas las esencias de las cosas y los eventos.
Es
muy común el pensar que la posición social hace al conocimiento, ese es otro de
los paradigmas que impide el desarrollo mental, colocando límites donde
realmente no hay nada.
La
educación motivada desde que
el individuo nace y prolongada hasta que finalice sus estudios, sean estos los
que desee y alcance, consigue que la evolución mental llegue a niveles
superiores y se cruce esta mediocridad a la que ha arribado la sociedad humana.
Los
maestros y profesores deben desaparecer, lisa y llanamente; su lugar debe ser
ocupado por motivadores. Ni guías, ni gurúes, ni líderes, ni mentor, ni
acompañante o tutor, un motivador; este es una persona preparada para ejercer
de visualizador de emociones que motiven la curiosidad.
Estamos
en una era de información y comunicación instantánea, cuanto queramos saber,
comprobar, experimentar, buscar indagar, etc. lo tenemos al alcance de una
conexión de Internet. Podemos consultar libros, debatir con personas que estén
literalmente al otro lado del globo, en el mismo momento y además hacerlo conjuntamente
con otros más. Los millones de millones de archivos que circulan por la red, con
todas las opiniones y conocimientos personales se concentran en una pantalla,
solo tenemos que tener activa una herramienta que traemos desde que nacemos: la
curiosidad.
Si
a este instrumento se le motiva con emociones determinadas, nuestro cerebro
responde de modo químico activando el sistema de recompensa, movilizando un
neurotransmisor, la dopamina que nos lleva a lograr objetivos. El hipocampo,
que es fundamental en la formación de la memoria, también se ve beneficiado con
esta motilidad química y aumenta su actividad cuando mostramos interés por
algo. Esto logra que el aprendizaje y memorización sea mucho más efectiva en
retentiva y volumen.
En
síntesis, ser curioso hace que el cerebro tenga hambre, coma y retenga
información.
La
educación motivada rompe con
el sistema de enseñanza grupal, ya que cada individuo busca por sí mismo y de
acuerdo a sus emociones, aquellas rutas informáticas, cosechando todo aquello
que le interese.
Es
por eso que un motivador debe ser un profesional mucho más preparado que un
maestro o un profesor; no impondrá un parecer, ni un programa, no podrá tomar
un examen de los intereses particulares, ni evaluar comparativamente un grupo;
solo le estará permitido mostrar ideas que movilicen emociones y que estas
lleven a cada individuo a sacar sus propias conclusiones. No habrá rutas
preconcebidas, los caminos serán decisiones personales y cada uno deberá hallar
el modo de llegar a una meta con el bagaje de información que desee.
La
educación motivada tiene dos
grandes instrumentos, uno ya lo he mencionado: la curiosidad; el otro es el
asombro. Ambos están relacionados con las emociones, porque somos seres que
reaccionamos a emociones, somos seres emocionales básicamente. Y eso en lo que
se basa este sistema.
Tanto
la curiosidad como el estado de asombro, son naturales en nuestros primeros
años.
“Lo
que más me gusta en la vida es sorprenderme de las cosas, de un nuevo cuadro
que veo, de una nueva amistad, de las nuevas tecnologías, soy muy curioso” Màxim
Huerta, escritor.
Mantener
ese estado de asombro más allá de la infancia es la labor de la educación
motivada.
Dice
el pensador y divulgador científico Eduard Punset:
“Entre
los cuatro y nueve años es cuando se debe hacer el mayor esfuerzo para infundir
en los niños la curiosidad necesaria para que innoven en la adolescencia y en
la mayoría de edad”
Esa
es la razón para el cambio del sistema, corregir el modo de pensar que se les “impone”
a los niños como alumnos de la actual enseñanza escolar; destruir la forzada memorización
de datos inútiles que no son relevantes para ellos, quitar historias que se
saben que son parciales y tendenciosas en sus contenidos, motivar para que la
ética se forme junto a conceptos como la estética y la armonía, influenciar
para que se comprendan las matemáticas con las artes, la lengua con la poesía y
la crítica plástica, la historia con las tecnologías audio visuales,
desarrollos virtuales con la comprensión de ciencias, etc.; así se obtendrá una
juventud mentalmente dispuesta a experimentar en el conocimiento más que en el
ocio.
No
hay juventud sin rebeldía, pues como dijo Vladimir Nobokov (escritor ruso):
“La
curiosidad es insubordinación en su más pura forma”
Y
no hay nada más atractivo para un joven que ser insubordinado.
El
cambio se sistema por una educación
motivada es lo que hará posible el ansiado paso evolutivo del ser
humano, pues de seguir con un programa que nació para las expectativas de finales
del siglo XVIII, cuando ya estamos en el siglo XXI, no tiene ningún sentido ni
argumento que lo sostenga.
“Del
asombro sale el pensamiento”
Platón,
filósofo.
Y
como final, la educación motivada
no puede bajo ningún concepto estar ligada, enseñar o influir sobre cuestiones
de fe; estas decisiones son personales y considero que entran en el ámbito
familiar e íntimo de cada ser humano, ningún tipo de organismo educativo debería
tener como materia de estudio la religión.
Cuando
se habla de motivar emociones solo me refiero a aquellas que llevan al
conocimiento puro de las cosas, y si bien la fe es parte de las dudas que se
plantean ante cualquier individuo, no creo que sea correcto que se incluyan
como metas a conseguir dentro de las de la educación
motivada. Las experiencia hablan muy claro de cómo la religión ha
establecido barreras conceptuales fortísimas, que han castrado la libertad de
pensamiento desde que ha sometido a este con el miedo y la mentira de
supercherías.
El
miedo en sus múltiples manifestaciones y grados ha frenado grandes pasos a la
humanidad en busca de conocimiento; la religión con su presión dogmática es
decisivamente un tropiezo en el uso de la libertad de pensar por uno mismo.
Por
lo que no es compatible con la meta de la educación
motivada.
“Donde
el miedo está presente, la sabiduría no puede existir”
Lactancio
(escritor de nombre Lucio Cecilio 243 d.n.e.)
Comentarios
Publicar un comentario
Recuerda: cada vez que no comentas una de mis notas, Dios se ve obligado a matar un gatito. Campaña contra el maltrato animal.