Mi cerebro y sus andanzas con la EM
“Todo hombre
puede ser si se lo propone, escultor de su cerebro” Santiago Ramón y Cajal
Y nada más
justo que esta frase, para comprender a mi cerebro y sus reacciones.
En primer lugar
he comprendido, después de enfermar de Esclerosis Múltiple, un mal que ataca a
las vainas de los conductores de estímulos eléctricos entre las neuronas,
provocando que dichos mensajes sean alterados y no se interpreten de modo
correcto, que en mí persona hay un organismo dominado en sus acciones por un
cerebro; pero que también existe otro ente, Yo como ser viviente y participante
de esta unión que conforma una criatura pensante.
Somos dos,
cuerpo y mi alma, o como quiera llamárselo.
Y quien
escribe, quién es capaz de analizar desde un exterior es este otro personaje,
alejado del sistema orgánico.
Luego de
comprender esto y hacer la separación de posiciones, puedo ahora detenerme en
las observaciones que he hecho.
Cualquiera de
vosotros que leéis esta página, actuad de modo absolutamente normal, en conjunto
entre lo orgánico y lo que podremos llamarle “espiritual”; pero cuando una
enfermedad de este tipo altera los sentidos, tienes la oportunidad de ver como
es en realidad la organización de tu cuerpo y su accionar, desde el Yo “espiritual”
Y antes de dar
ejemplos deseo reiterar que, al estar las vainas que recubren los conductores
de mensajes entre neuronas con anomalías, permiten que dichas emisiones no sean
correctas, como si usted tocase el timbre de una casa y el hilo que debe hacer
sonar la campanilla, por estar pelado el cable hace contacto con una lámpara y
esta se enciende en lugar de avisar que hay alguien en la puerta. Creo que este
ejemplo puede servir de muestra de lo que describiré.
Tal vez
enumerar todo lo que ocurre sea hasta aburrido, pero contaré algunos casos.
Mi mente copia
a la tele.
Se ha vuelto ya
normal que viendo la televisión, cuando hay una película de acción o una serie
donde el personaje esquiva algo que le arrojan, mi cuerpo reacciona
inconscientemente moviéndose al igual que lo hace el actor, aún cuando estoy
muy relajado sin comprometerme en la trama del argumento. Es una contracción
muscular sin el consabido sentimiento de huida o ataque que debería haber. Es simplemente
una copia de lo que veo trasladada a mi musculatura que reacciona. Como si
estuviese allí.
Para mi cerebro
todo lo que me toca es agresión.
El dolor es
otro estímulo que está alterado; el roce de la ropa o el filo de los bordes de
una mesa son suficientes para que me produzca dolor; cualquier presión sobre los
músculos o la piel es interpretada con la sensación de dolor; una mala
traducción de lo que es el estímulo externo y que una persona normal no tomaría
en cuenta.
Mi cerebro me
inventa para que sea feliz.
Carezco de
olfato y sabor, pero mi cerebro ha suplido esto con la memoria y es suficiente
que vea algo que me interese para que “sienta” su olor y sabor, siempre y
cuando esté almacenado en mis recuerdos, esto quiere decir que lo haya olido o
saboreado. Por el contrario si no lo he hecho, no percibo nada.
Me suele pasar sobre
todo con la comida; sé cómo sabe el pescado, pero todos ellos me saben igual
porque mi memoria recuerda solo pocos, pues mi dieta anterior a la enfermedad
no incluía este tipo de comida como mayoría.
Con las flores
es igual, mi cerebro busca el perfume de la rosa o del jazmín y me dice que es
uno de ellos, pero no lo estoy sintiendo realmente. Y generalmente cuando me
muestra que es, lo hace acompañando el nombre de la flor, con algún pasaje
donde incluye a ella para afirmar que le conozco.
En esto de
inventar, o reinventar situaciones alrededor de cosas, mi mente ha ido un poco
más lejos. También lo suele hacer en algunos casos con personas; con solo
verles aparece en imaginación los olores de ella, las texturas de sus ropas, su
entorno y hasta lo imposible…imagina donde vive, como es su entorno. Todo esto
sin provocarlo, sin que yo lo quiera, van apareciendo las imágenes y los
olores.
Mi mente me ha
abierto la gama de colores y no sé para qué.
Mis ojos
también se han visto alterados, con ambos tengo una buena visión de los colores
y distingo toda la gama sin dificultades, pero si tapo el ojo izquierdo todo se
vuelve de tono rojizo; y si tapo el derecho, todo es de tono azul. La combinación
de ambos da un buen equilibrio por ahora.
Mi cerebro se
rehace.
He notado como
ha suplido algunas funciones en los movimientos de mis manos. Mi brazo completo
tiembla y el izquierdo también lo hace, pero en mucho menor medida. Hubo un
momento en que me era difícil llevarme la comida a la boca, pero observé como
la mano fue buscando nuevos movimientos que yo no hacía para llevar a cabo la
acción. Colocaba la mano en una posición de aterrizaje en mi boca, muy curiosa
y simpática de ver, no lo hice por mis medios, sino que fue una modificación
cerebral en que no intervine con una determinación propia, ni con una gimnasia
preparada para el caso. Hay una diferencia entre los actos conscientes y los
inconscientes; estos últimos son los que están dominado lo que describo.
Mi cerebro se
ha vuelto muy cotilla.
Los estímulos
externos están compuestos en la mayoría de los casos por todos los ruidos que
nos rodean, entre ellos las conversaciones ajenas.
Por alguna
razón que desconozco, el filtro de atención que todos tenemos ha desaparecido y
sentarme en una terraza a descansar es a veces un tormento, pues escucho todas
las voces de mí alrededor sin poder abstraerme. Yo intento no escuchar lo que
el cerebro oye y analiza, pero eso me impide concentrarme en lo que realmente
deseo, que sería en ese caso descansar. Así sin quererlo me voy enterando de lo
que no deseo y eso provoca un aumento del estrés. Esto es constante y continúa
en la noche, por lo que puedo estar durmiendo profundamente pero cualquier
ruido me alerta y despierta. La exagerada atención que mi mente presta al
entorno ha hecho que prefiera vivir un tanto encerrado para evitar el estrés.
Mi memoria se
ha fraccionado en sectores del tiempo.
Puedo recordar
lo que ha sucedido a lo largo de este día y algunas horas del final de día
anterior; hasta allí, pero luego nada, todo está en blanco.
Recuerdo lo que
ha ocurrido años atrás con mucha facilidad y con detalles que antes me eran
casi imposibles. He dejado de reconocer a personas con las que hablaba a diario
hace un año atrás y por el contrario traigo frescas las imágenes de pasajes de mi
vida de la infancia y adolescencia.
Gracias a esto
también me he vuelto muy desordenado, pero ocurre algo interesante, mi cerebro
parece haber abierto una especie de agenda; algo así como una memoria virtual
secundaria que va anotando compromisos o tareas y que una vez realizadas, las
borra completamente. Es muy gracioso observarlo como las labores no hechas
aparecen como en rojo, en alerta, hasta que las hago; después me olvido de
ellas. Pero no es una visualización de lo que tengo que hacer, es simplemente
el nombre de la labor; es una agenda literalmente dicha. Y para ver si esto era
solo con mis cosas, he tratado de incorporar las tareas de mi mujer como mías y
el resultado es que aparecen de igual manera.
Decía Plutarco:
“El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”.
No lo dudo que
así sea, con estas experiencias veo que hay mucho por explorar sin la necesidad
de la acción de agentes externos y que lo que se siente en determinadas
enfermedades son una puerta muy interesante para abrir y descubrir un mundo de
aptitudes aún no exploradas del ser humano.
Comentarios
Publicar un comentario
Recuerda: cada vez que no comentas una de mis notas, Dios se ve obligado a matar un gatito. Campaña contra el maltrato animal.