El Águila en el Risco
El Águila en el risco.
Escritos-ladrillos, que se
podrán completar su lectura en enlaces aparte. Un experimento más
Hace siete años, remonté con mis últimas fuerzas el
doloroso vuelo del exilio en el risco buscando el famoso y prometido renacer.
Cambiar las escamosas garras, el desportillado pico y las
envejecidas plumas que solo daban peso en los vuelos rutinarios de la
observación, la búsqueda de la comida y el crecimiento; eso me daría un resto
de vida que aseguraban quienes lo habían experimentado, que era beneficioso y
placentero.
Muchos se aproximaron dándome los augures de esa nueva
etapa por venir. Aseguro que me sentía animado a que la fortuna me sonriese y
que el mal fuese pasajero, solo una experiencia más que acumular en la canasta.
Pero no fue así, una enfermedad en medio del vuelo se
presentó y dejó el sueño de la recuperación, roto para siempre. No podría
lograr el cambio de mis partes necesarias para seguir viviendo ni de mis
fuerzas, mi vida se acabaría así pronto, pero a cambio me ofrecían que ese
tiempo en el risco no sería en vano, que en lugar de renacer mi cuerpo,
renacería mi alma con mayor conocimiento. Y la enfermedad aumentó mi capacidad
de observación.
Estoy en el risco, observando tanto lo que sucede en los
alrededores como en mi interior. Me considero un aventajado atisbador de lo que
pasa por delante de mi vista, pero también de lo que mi mente capta.
Desde aquí veo y pienso, imagino y analizo, escudriño y
mido resultados; guardo registro y vuelvo a analizar.
Solo esta rutina de ojos siempre abiertos, me mantiene
vivo.
Soy el águila en el risco.
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Me llegan preguntas, vaya a saber después de qué recuerdo
reconstruido; y me pregunto: ¿qué se pensaría si la Biblia se hubiese mal interpretado
y no fuese la historia recabada por distintos profetas, jueces, reyes y otros
demás escribas, sino la historia del universo y los humanos fuesen la raza
caída, la raza maldita?
No desprecio a nadie, me veo a mi mismo y desde allí
comienzo.
No estamos preparados físicamente para estar de pie. Es evidente.
Tampoco lo estamos para suprimir por completo las
reacciones animales, ni los conatos de violencia que nos acometen en determinadas
situaciones, refiriéndonos a una línea media.
Menos aún en reprimir o anular el sexo como evento
principal junto a la comida, el descanso y las evacuaciones, de nuestras
aspiraciones esenciales.
Veo el esfuerzo, a veces sobre humano y nunca mejor
denominado, que se hace para lograr un grado de espiritualidad que se encuentra
totalmente vedado a esta especie sin distinción de razas. Este afán penoso,
lacerante que se auto-imponen muchos, donde pocos llegan a algún resultado, solo
hace que sea más evidente la maldición sobre nosotros y la incapacidad de
elevarnos más allá de donde se está.
Mucho se ha hablado de la evolución y mucho papel y
letras hay detrás de las necesarias fases de evolución que le esperan al ser
humano si abraza al amor, si comprende la caridad, si ama al otro como a sí
mismo y el resto de las conocidísimas recetas entre religiosas y humanísticas;
pero la realidad es que ninguna ha dado resultado positivo, por lo que es
evidente que no sirven para la especie. Y hasta aquí el ser humano ha llegado y
no pasará.
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Pero regresando a la interpretación de la Biblia,
imaginaba que no hubiese sido bien tomada y se basara en una leyenda basada en
un hecho real, contado por quienes instruyeron a los primeros de la especie
maldita.
A estos les podrían haber relatado el comienzo de la historia
del Universo de un modo que lo entendiesen lo suficientemente bien y con los
elementos propios de su entorno, (hoy en lugar de camellos e higueras o prostitutas,
tal vez se usarían Bugatti Veyron 16.4 Special Edition, la Ipad con pantalla
Retina y 128 Gb o el Escort Book de Evas-On-Line.net, que por cierto las putas
no cambian a lo largo del tiempo).
Esta narración antes que existiera la escritura y
cualquier otro tipo de forma con el que se pudiese dejar constancia de lo
sucedido, sin lugar a dudas que se iría pasando de una generación a otra de
modo verbal. Y estas serían muchas debido a que la vida promedio no debería ser
mayor de los treinta o treinta y cinco años considerando lo dura que serían las
condiciones exteriores para una especie implantada que debía acostumbrarse a
caminar erguida, copular erguida, desplazarse erguida, evacuar erguida, al
contrario de sus primos muy cercanos a la vista pero no de entendederas, los
monos.
Trasladar esta narración de boca en boca tuvo que ser una
tarea puesta e impuesta con mucha determinación en la especie y profundamente,
de modo que superara el escollo de la fase oral hasta llegada la escritura con
la menor cantidad de fallos posibles.
Bajo esta nueva óptica uno puede comenzar a leer la
Biblia como si el relato fuese un nuevo Manvántara.
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Pero esto en el plano de la suposición.
El suponer es una necesidad de nuestro sistema de
pensamiento.
Ante lo que pensamos y analizamos, no siempre y hasta
podría decir la mayoría de las veces no somos dueños de toda la información
necesaria como para elaborar un juicio que sea realmente verdadero; por lo cual
en esta mayoría, tales veredictos son parciales y solo puntos de vista.
Pero es común en nosotros no ser previsores de tal
calificación y creer que sí, es un juicio terminado, cuando en realidad ha sido
una ilusión creada por esa necesidad que tiene el sistema del pensamiento, de
cerrar todo cuanto llega a él como “cosa a analizar y elaborar”; digamos que es
un operario eficiente y que no se retira de la máquina hasta ver su trabajo
terminado, aunque haya que inventar la pieza faltante.
Y cuando hemos creado, inventado, fabulado esa pieza en
falta, la colocamos cerrando el caso, dándolo por finiquitado y creyendo que es
una verdad sobre la que construiremos conceptos, nuevas ideas, proyectos, vidas
incluso que pueden desmoronarse por el simple y único hecho de haber supuesto o
inventado un accesorio omitido.
Ahora pensemos; cuantas veces al día suponemos algo y
damos por sentado que es así y no nos volvemos a corroborar si es tan así como
hemos decretado. Por lo tanto, cuantas veces podemos haber formulado ecuaciones
erróneas sobre falsos pilares o puesto ladrillos sobre cimientos inexistentes.
Y solo por suponer y no verificar.
Es que es más cómodo y al ser humano no le es fácil andar
cambiando de lugar o de poltrona, allí donde hizo hueco, allí se queda aunque
esté criando arañas…¿o lo estoy suponiendo?
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Porque si observamos a los primates, nuestros primos y
regresando un poco a eso de la especie maldita, con una estructura social
simple, sus necesidades básicas cumplidas por el entorno y sin nosotros, que le
jodemos el medio-ambiente la vida es cómoda para ellos y lo sería para nosotros
si no hubiésemos abandonado la fase animal.
O si hubiésemos sabido unir el plácido “savoir vivre” con
el desarrollo intelectual.
Pero, ¿qué falló?
Porque indudablemente que algo falló en la mezcla primordial.
En el batido de ADN, no lo duda nadie ya, tenemos tanto que ver con la
lagartija de jardín, como con la mosca de la fruta de Punset, los monos de
Darwin y con el agregado de la lechuga de la verdulería de Paquita. Este cóctel
salió bueno y se bebió ya en todas las barras del mundo, por lo que no ha sido
en el famoso doble hélice (ATCG) ; creo que se debe buscar en otro lugar.
Las sagradas escrituras hablan de una tentación, en la
mayoría se menciona la pérdida de un estado de comodidad, de placer, de esa
bohemia que suelen tener las siestas simiescas, estirados es una rama cuan
largos son, con la cola colgando y mascando una hoja displicentemente, mientras
la mirada se pierde entre los múltiples verdes de la fronda que le sirve de
techumbre.
¿Acaso no podríamos estar nosotros así contemplando las
nubes pasar, sin más que esperar la tarde para sacar el Bugatti Veyron 16.4
Special Edition y pasear por las orillas de una playa? En un estado de
bienestar de acuerdo al rango social de su grupo y en concordancia con las
reglas de juego, pero no más que disfrutando y poniendo el desarrollo
intelectual con el solo fin de ser cada vez más productores de placer, tal como
debería haber sido el Paraíso Terrenal.
¿Aquí me pregunto qué marca de coche usaría ese Dios que
se paseaba por él?
Porque se menciona que este Dios se paseaba; significa
que disfrutaba viendo y estando en ese lugar; no dice que sufría supervisando
el Paraíso las 24 horas de día. Dice claramente que se “paseaba”.
Entonces, ¿Qué es lo que podemos comparar a la distancia
con la imagen de la tentación?
Se habla de un árbol en más de una religión; de estar
alejados del conocimiento y del bien como del mal; también se pone en varios
casos a una serpiente como símbolo de la astucia y no de la inteligencia,
haciendo una sutil división entre ambos vocablos. Hay la introducción de un
fruto (judaísmo, cristianismo, etc.). También de un supuesto estado de
inocencia que se pierde por el solo hecho de una expulsión del terreno sagrado.
¿Estaba prohibida la curiosidad? Sin embargo los animales
son curiosos y habitaban el imaginado Paraíso. Con lo que es de suponer que el
ser humano también lo era.
¿Y si estaba prohibida? no habría posibilidades de la investigación,
lo que nos lleva a que, indagar y adquirir conocimiento que hiciera evolucionar
a la especie, estaba más que vedado.
Eso no era un Paraíso como a uno le han hecho entender, sino
que era lisa y llanamente una prisión, castrante y enloquecedora. Pervertida y
perversa.
Si esto hubiese sido cierto, si la leyenda tuviese visos
de realidad, es posible que aunque el batido de lagartija, lechugas, mona y
mosca haya sido bueno, el entorno enloquecedor podría haber conspirado para que
la especie generara un síndrome que pasaría de padres a hijos como paradigma
imposible de salvar: “Conseguirás el pan de tu mesa con el sudor de tu frente;
y tu mujer parirás con dolores de muerte”. Nada de felicidad, todo de
negativismo y en cada paso la necesidad de recelo y odio hacia el prójimo, aún
al que comparte dando la vida, como es el padre.
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Lo que hace que el tío no tenga más remedio que
estancarse en lo que ha conseguido hoy. Esta situación, este estatus, este
peldaño, el último, el final de la escala.
Tal vez sea eso lo que tantas profecías anuncian: el
final de la evolución.
Y no es que se acabe el mundo conocido, que el
apocalipsis llegue con sus cuatro caballos y Corea del Norte avance con sus
amenazas hacia los EE.UU. lanzando petardos a diestra y siniestra con la
alegría de un despenado total, ni que la tierra harta de calentones y aerosoles
se habrá las venas agitando lavas internas. Tampoco serán asteroides del tamaño
de melones italianos que vengan delante del innombrable Niburu, aniquilando a
cuanto encuentre en su camino, incluyendo al cinematográfico Bruce Willys y sus
mineros espaciales.
No será como en Melancolía, donde el planeta invasor lo
mediremos con un alambre retorcido, ni serán naves del infra mundo vacunadas
contra la varicela que emerjan del mar para apoderarse del Capitolio.
No, las profecías tal vez digan que el ser humano como
especie tenía un techo, que no evolucionaría más que esto que somos hoy….y a
joderse.
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Fin de la primera parte del experimento
Escritos-ladrillos.
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