La Latinidad al Palo (Especial Argentina-Caso Candela)


Espero que la sociedad argentina, o por lo menos la parte virtual de la sociedad que se movilizó y lo sigue haciendo en torno al caso Candela, tenga su punto de reflexión
y mirando hacia atrás vea lo sucedido aprendiendo ella tambien, una importante lección: el involucrarse con la medida justa.
Como latinos, la sangre hierve y nos dejamos llevar en más de una vez por ese sentimiento que más se parece a un gran puchero que a un buen caldo; porque allí se mezclan la venganza, los odios contenidos, la política frustrada, los deseos de justicia por mano propia, la impotencia y todo aquello que rezuma intolerancia, cosa que no termina por ser buena en lo individual y muy peligroso en masa si se multiplica. Por ello es que al utilizar el medio de comunicación virtual, como en este caso el de Facebook, es necesario ser prudentes, cautos y pensar con amplitud de criterios antes de expresarse y dejar salir todo cuanto se puede amontonar en nuestra mente en un momento de furia.
Una masa, aunque sea virtual, metida de lleno en la intolerancia es absolutamente manipulable por aquellos que están al acecho de estos eventos para llevar agua a su molino y así, sin darnos cuentas estaremos dando razones a quien menos pensábamos e incluso a quién teníamos como enemigo ideológico y seremos parte de una estadística que luego dirá que un 60 o 70% estaba de acuerdo con el accionar de tal o cual medida. ¡¡Cuidado!!
El caso Candela nos deja una enseñanza muy clara de como debemos involucrarnos y hasta donde. Podemos estar en contra y creo personalmente lógico que así sea, de todo tipo de agresión a los niños y niñas sin distinción de clase social, credo, raza o color de piel; sea esta agresión verbal, física, sicológica o espiritual. En esto no habrá dudas que levantaremos las voces y derribaremos los muros que se levanten para ocultar la verdad. Pero en cuanto al entorno, a los causantes de la agresión, a las razones que hicieron que surgiera el hecho en sí, allí es donde nace nuestra cautela, la prudencia y el silencio. Por el bien de los mecanismos de la justicia y por el bien de poder pedir que esa misma justicia obre con transparencia, sin vedetismo, sin apaños, sin direccionismos, sin condicionamientos. Con nuestro silencio abortaremos cualquier intento de volver morboso al hecho y darle pie al sensacionalismo, como en este caso. Con nuestra prudencia podremos exigir que la justicia sea limpia y los organismos justos y eficientes. Con nuestra cautela y vigilancia podremos hacer que los casos no se repitan, pues el poder administrativo no tendrá cabida para el manejo político del asunto como lo ha hecho ahora.Diferenciemos y seamos adultos en el uso de los medios de comunicación o de lo contrario no nos quejemos despues que los demás nos manejen la vida, ni que un Tinelli haga de un medio como la televisión, un pozo de desculturización. 

Comentarios

  1. Yo no creo que la gran difusión que tuvo el caso Candela -y cuando hablo así estoy hablando de una criatura nacida en un hogar sórdido cuya vida se apagó de la peor manera- haya sido azaroso. La gran difusión que tuvo el caso se dió en un tiempo pre electoral donde hubo demasiados escándalos que cedieron sin querer el espacio en la pantalla chica. Lo que salió mal no sólo fue el desenlace trágico del homicidio de Candela sino el horror de ver tantas patologías sociales arraigadas, tanta perversión en la familia entremezclada con la política, fuerzas de seguridad y justicia, en la que muchos -me incluyo- nos enganchamos en la Cruzada sin saber bien si este fue un caso mas de los tantos chicos desaparecidos y coptados por redes de trata hasta que escuchamos a la mamá. Ella es la que me llena de horror, ella y el encubrimiento macabro que día a día arroja pistas falsas sobre una investigación muy dudosa. MFB

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